miércoles, 6 de julio de 2011

Lo que hay de cierto y no en El Maestro de Jarcia (Personajes I)

Hola amigos:

Cuándo me enfrenté a la trama de la novela El Maestro de Jarcia pensé si debía mantener los nombres originales de los personajes o, por el contrario, me los debía inventar.

En el caso de los más famosos estaba claro que debía mantenerlos porque debían actuar como un reclamo para los lectores que se decidieran por mi aventura. Así mantuve a Jorge Juan y Santacilia, el marqués de la Ensenada, Antonio Barceló o al intendente Barrero de Cartagena por ejemplo.

Sin embargo, en el caso de los menos conocidos, la cosa era más peliaguda. Era cierto que ellos ya habían sido objeto de mis trabajos de investigación y que, en el caso de algunos, ya se habían publicado sus prácticas, más o menos, ilegales que habían desarrollado en sus negocios con la Corona de los Borbones españoles del Dieciocho. pero, ahora, yo debía moldearlos para darles un aspecto mucho más humano. Los debía definir haciéndolas personas de carne y hueso. Retratando miserias y excesos o bondades y virtudes.

¿Qué difícil papeleta? Así que mantuve sólo algunos, como el caso del excelente maestro de jarcia Joan Buxó, quién sigue teniendo familia en su Ripollet pero, en el caso de los directores de la poderosa Compañía del Asiento de Jarcia de Barcelona, Agustí Gibert y Josep Puiguriguer, decidía cambiarles el nombre. Sobre todo por el pobre Gibert, que se convirtió en la novela en Gispert y, al que retrato, como un mujeriego y un avaro comerciante.

En fin que ya me diréis que os parece estos cambios de identidad,

Un saludo,

2 comentarios:

  1. Siempre uno tiene que hacer de funambulista con estos temas

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  2. Si pero mis estimados amigos de la Compañía del Asiento de Jarcia eran unos prendas y sabía muy bien como iba el tema. Así que preferí emborronar un poco los nombres.

    Un abrazo

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