lunes, 8 de agosto de 2005

El Maestro de Jarcia

Pero en nombre de Dios, ¿qué demonios es esto? –la voz desagradable del comisario O’Dunn atronó en el bullicioso tinglado-... esto es un motín. Maestro Montserrat no os escondáis, -gritaba desaforado- vaís a pagar caro este atrevimiento. Así nunca acabaréis de entregar la jarcia para los buques del Rey, maldito asno... ¡ Guardia, guardia!…- recuperó el aliento, mientras que sus ojos amenazaban con salir de sus órbitas-.. ¡a mí la guardia!.