Puiguriguer le respondió que el Almirantazgo no era el mismo que cuando lo comandaba Patiño con en el que ambos habían hecho felices negocios a cuenta del pan y los víveres despachados a los ejércitos y las escuadras de las expediciones de Orán e Italia de los años 30. Con sarcasmo le hizo recordar a Gibert la presencia en los muelles barceloneses de un entrometido y joven comisario de Marina, llamado Zenón Somodevilla, que les había hecho comprobar y volver a comprobar todas las calidades de sus géneros y a continuación expuso triunfal – doncs, amic meu, aquest Somodevilla es diu ara Marqués de la Ensenada i es amb qui tenim que renyir-. Gibert continuó enfurruñado y a grandes voces decía que aquello no era motivo para haberse avenido a unas condiciones tan poco recomendables, a lo que Puiguriguer le contestó que buena parte de la culpa de la situación del contenido del contrato era responsabilidad de la propia Compañía.
Me parece que la expresión "tenim que renyir" no es demasiado correcta para el catalán de mediados del s.XVIII. Quizás quedaria mejor "hem de renyir".creo.
ResponderEliminarOído cocina... La verdad es que en las cartas privadas de Gibert y Puiguriguer el Pompeu Fabra brillaba por su ausencia, pero muy bien apuntado. Lo modifico en el manuscrito.
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