miércoles, 27 de julio de 2005

El Maestro de Jarcia

En breve, la pequeña comitiva de los hiladores de la Compañía del Asiento de Jarcia llegó a la casa de la Intendencia, emplazada en la antigua casa del Rey, donde el guardia marina sabía que había funcionado durante unos trescientos años la Proveeduría de Armadas y Fronteras de los antiguos monarcas de la casa de los Austrias. Las nuevas instalaciones desde las que el intendente Francisco Barrero dirigía todo el maremagnum de organización del Departamento Naval habían sido reformadas entre 1738 y 1740 por la ingente labor de los operarios de la maestranza, bajo la dirección el maestro mayor Pedro Marín.

El edificio estaba limitado al Norte con las calles Puertas de Murcia y la calle Villamartín, al Sur con un Cuartel de Infantería de Marina y al Oeste con una pequeña casa también propiedad de la Armada Real. A simple vista, Hunn contó tres cuerpos en el edificio compuestos por una planta baja y dos pisos. La fachada había sido levantada con mampostería y ladrillo y los ángulos exteriores, siguiendo el patrón de El Escorial con piezas de sillería franca, su situación era muy céntrica respecto al trazado de la antigua Cartagena, porque el edificio se encontraba aledaño a las puertas de Murcia, las cuales habían sido abiertas en la antiguas murallas realizadas en los siglos XVI o XVII, por donde atravesaba el camino real que llevaba a Murcia. Hunn conocía la zona porque había pasado bastantes horas muertas, durante su anterior estancia en el arsenal, aupado a una pobre mesa de nogal y sentado en un taburete provisto de unas extrañas patas retorcidas, en una de las cinco posadas que había en Cartagena y que tenía el local junto a aquellas murallas.

2 comentarios:

  1. Quizá meternos a comentar una obra en el andamio, tenga más de enfado para su autor que de provecho. Con la licencia que me da la invitación, y tras leer las muestras, me gustaría señalar que el autor debe decidir entre escribir un libro de historia o una novela histórica, ya que no podrá hacer las dos cosas en una con éxito. A la novela le estorban los precisismos y detalles prolijos que la enlentecen, cuando no apartan, de la acción. Al historiador siempre le molesta la ficción. Detallar como era un edificio y sus límites desanima al que busca evasión.......
    Un saludo

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  2. Al contrario:
    Bienvenidas sean todas las críticas y las malas, pues mejor. Sin embargo, tengo una duda. Los que leen novela histórica, entre los que me encuentro yo, creo que buscamos una combinación de acción y de detalle de la época. Quizá aquí esté el problema, hallar la justa medida entre una cosa y otra.
    De hecho en el primer borrador, mi mujer, verdadera devoradora de relatos históricos me criticó la "falta de escenario", es decir, que los personajes se movían en una época intemporal. Así que, a lo mejor, me pasé a la hora de situarlos en el siglo XVIII.
    En fín, que espero que sigas leyendo mis fragmentos y me sigas criticando con total acidez,
    Un saludo

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